En su primera declaración pública después de que el pasado 27 de abril se denunciara su desaparición en Cuernavaca, el obispo emérito de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza, indicó que en ejercicio de sus derechos constitucionales, no presentará ninguna denuncia contra las personas que lo dañaron.
Expresó que perdona a quienes le hicieron daño por los hechos en los que fue víctima y a quienes lo revictimizaron, producto de la desinformación.
Así mismo, pidió a los medios de comunicación que lo comprendan y respeten su decisión “encaminada al bien de [su] seguridad e integridad física y moral”.
La mañana de este miércoles el prelado difundió un comunicado en el que expuso: “Yo, Mons. Salvador Rangel Mendoza, obispo emérito de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, me dirijo a todo el pueblo de Dios a través de este comunicado para informarles lo siguiente:
“Después de haber hecho oración, meditado profundamente y de haber consultado con mis seres queridos, tanto del clero como laicos y, en razón de que lamentablemente mi vida, edad y mi salud están en condiciones desfavorables, siguiendo los principios evangélicos de nuestro señor Jesucristo, que perdonó a las personas que lo traicionaron, lo vendieron, lo juzgaron, lo torturaron y lo asesinaron, con todo mi corazón perdono a todas las personas que me han hecho daño por los hechos de los que he sido víctima, así como a aquellos que me han revictimizado producto de la desinformación.”
Finalmente, agradeció a las autoridades, tanto legales como eclesiásticas, que colaboraron con el caso, a las personas que se solidarizaron con él y a su abogado.
Como se sabe, el obispo desapareció el 27 de abril y dos días después lo localizaron en un hospital, al que llegó en calidad de inconsciente y no identificado. En un inicio, se dijo que sufrió un secuestro exprés, pero después, autoridades de Morelos aseguraron que ingresó a un hotel con otro hombre, por su propio pie.
