Durante su vuelo de regreso a Italia, tras su visita a Bélgica, el Papa Francisco reafirmó su postura tradicional sobre el aborto, elogiando al difunto rey Balduino, a quien catalogó como un «santo» por haber abdicado por un día en 1990, en lugar de firmar la legislación que lo legalizaba.
«Se necesita un político que lleve pantalones para hacer esto», dijo el Papa. «Se necesita coraje», sostuvo, añadiendo que el proceso de beatificación de Balduino estaba avanzando.
Francisco suscitó las críticas de algunos belgas por haber rezado ante la tumba de Balduino y por calificar la ley del aborto de «homicida», dado que el aborto sigue siendo una cuestión política en Bélgica. Allí, hay propuestas para ampliar el límite legal del aborto de 12 a 18 semanas: «Los médicos que hacen esto son -permítanme la palabra- sicarios», dijo. «Y sobre esto no se puede discutir. Están matando una vida humana».
Esta era la segunda vez, en unas semanas, que le preguntaban por su opinión sobre el aborto durante una rueda de prensa a bordo de un avión. En un vuelo procedente de Asia, el Papa dijo que los votantes estadounidenses deberían elegir el «mal menor» a la hora de elegir entre un candidato presidencial que quiere deportar a los inmigrantes y otro que apoya el derecho al aborto, en referencia a Donald Trump y a Kamala Harris.
Por otro lado, el Papa Francisco aprovechó su única misa en Bélgica para pedir públicamente que se castigue a los sacerdotes que abusan de jóvenes y que la jerarquía eclesiástica deje de encubrir sus delitos. Alabó la valentía de las víctimas que denunciaron sus abusos en unas palabras improvisadas ante una multitud de unas 30 mil personas en el estadio Rey Balduino de Bruselas: «El mal no debe ocultarse. El mal debe salir a la luz».
El Papa se desvió de su homilía preparada para responder a la reunión que mantuvo con 17 supervivientes de abusos. Escuchó de primera mano el trauma de cómo estos superaron los abusos y la sorda respuesta de la Iglesia cuando denunciaron los delitos.
Bélgica tiene una larga historia de abusos sexuales clericales y encubrimientos. Esta actividad llegó a un punto de ebullición cuando se permitió al obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, retirarse discretamente en 2010 tras admitir que había abusado sexualmente de su sobrino durante 13 años.
Francisco no lo expulsó hasta este año -14 años después-, en una medida claramente percibida como la resolución definitiva de un problema. Las víctimas entregaron al Papa una carta con varias peticiones. Una de ellas incluye el establecimiento de un sistema eclesiástico universal de reparaciones, ya que muchos dicen que los acuerdos financieros que han recibido de la Iglesia no cubren los costes de la terapia que muchos necesitan.
Francisco elogió la valentía de las víctimas y reconoció que las indemnizaciones que muchas han recibido en sentencias civiles -que dijo creer que tenían un tope de 50 mil euros- no son suficientes. «Tenemos la responsabilidad de ayudar a los abusados y cuidar de ellos», dijo. «Algunos necesitan ayuda psicológica: (Debemos) ayudarles con esto».
