En un hallazgo sin precedentes, se ha identificado lo que parece ser el primer caso conocido de síndrome de Down entre los neandertales. Los restos, descubiertos en la Cova Negra cerca de Xàtiva, Valencia, pertenecen a un niño que vivió hace entre 270 mil y 146 mil años.
Este descubrimiento no solo aporta nueva información sobre las capacidades y comportamientos de los neandertales, sino que también desafía nuestras ideas preconcebidas sobre el altruismo en la prehistoria. Y es que el individuo, al que han apodado «Tina», sobrevivió más de seis años por los cuidados y la solidaridad del grupo.
El hueso petroso, un hueso craneal situado detrás de las orejas y conocido por su densidad, fue analizado por los expertos Ignacio Martínez y Mercedes Conde-Valverde. Utilizando tomografía axial computarizada, los investigadores encontraron marcas de malformaciones congénitas típicamente asociadas con el síndrome de Down. Este hallazgo ha sido publicado recientemente en la revista Science Advances.
Implicaciones en el cuidado y la compasión en la prehistoria
La supervivencia de «Tina» durante al menos seis años sugiere que recibió un cuidado constante y significativo no solo de su madre, sino también de otros miembros de su grupo. Las malformaciones en su oído interno probablemente lo dejaron sordo y sin equilibrio, lo que habría requerido una atención continua y dedicada.
Este tipo de cuidado desafía la noción de que el altruismo es una característica exclusiva de los Homo sapiens y sugiere que los neandertales también poseían un profundo sentido de empatía y cooperación.
Los neandertales, una especie humana que desapareció hace unos 40 mil años, eran conocidos por sus habilidades de caza y su vida nómada en pequeños clanes. Sin embargo, el cuidado demostrado hacia este niño indica un nivel de complejidad social y emocional previamente subestimado. Este caso añade una nueva dimensión a nuestra comprensión de la humanidad de los neandertales.
Controversias en Bioarqueología
El estudio sobre «Tina» ha suscitado debates significativos en la comunidad científica. Algunos expertos argumentan que las inferencias sobre el cuidado en prehistoria basadas en evidencia paleopatológica pueden ser especulativas. No obstante, el método para hacer inferencias sistemáticas sobre la naturaleza del cuidado a partir de evidencia paleopatológica está ganando aceptación. Este caso específico ha sido considerado un hallazgo excepcional que podría abrir nuevas ventanas en la arqueología del cuidado.
En todas las sociedades basadas en la colaboración, cada individuo es valioso. En el contexto de los neandertales, parece que disponían de conocimientos sobre el uso de recursos para algunas patologías y mostraban un cuidado profundo hacia los individuos con enfermedades graves.
Así, este estudio también sugiere que los neandertales poseían un mundo simbólico propio y un sentido de comunidad y cuidado que va más allá de lo que previamente se había imaginado. La supervivencia de «Tina» hasta los seis años indica un nivel de apoyo social significativo, destacando la capacidad de los neandertales para cuidar a los más vulnerables entre ellos.
Los neandertales son considerados nuestros primos evolutivos, perteneciendo a una «humanidad paralela» cuya evolución es desconocida debido a su extinción. Su estudio nos ayuda a entender mejor qué significa ser humano, identificando los rasgos que nos diferencian de ellos, los cuales no son tan numerosos como se pensaba. Las fronteras entre ellos y nosotros se vuelven cada vez más borrosas.
Aún hay mucho por descubrir sobre los neandertales. Lo que sí sabemos es que dominaban el fuego hace 200 mil años, creaban joyería hace 130 mil años y realizaban pinturas rupestres en cuevas españolas hace 65 mil años. Aunque se desconoce la causa de su extinción, se estima que hace al menos 250 mil años había entre 70 mil y 150 mil individuos que vivían en grupos de 15 a 25 personas por Asia y Europa.
En última instancia, este hallazgo nos ofrece una visión más humana y compleja de nuestros ancestros, sugiriendo que la capacidad de cuidar profundamente a los demás es una característica compartida en la evolución humana.
Con información de National Geographic.
